top of page

La Independencia

Los acontecimientos en Europa fue uno de los factores decisivos para estimular el proceso de independencia de las Provincias del Centro de América. La invasión de Napoleón Bonaparte, proclamado Emperador de Francia, a España en 1808 y colocar a su hermano José como la máxima autoridad de la Corona española, ha sido considerado por los historiadores y estudiosos de esa época como el detonante del proceso de ruptura política entre España y sus colonias en América, con excepción de Cuba cuya independencia se proclamo en 1898.



La abdicación del monarca español Carlos IV y su hijo Fernando VII, dejó la estructura política y administrativa de España en sus dominios de América; sin una autoridad que respetar y obedecer. Ante está coyuntura histórica, las autoridades de la Audiencia de Guatemala que representaba las provincias de lo que más tarde se denominó: Provincias Unidas del Centro de América; juraron obediencia a Fernando VII y solicitaron enviar delegados a las Cortes de Cádiz, último reducto de la autoridad española en la península. Las Cortes de Cádiz fueron asambleas populares de delegados que invocaron el principio de soberanía popular que sustituía la autoridad real del monarca por su condición de rehén de Bonaparte. Las autoridades de Guatemala enviaron como delegados a las Cortes de Cádiz a los presbíteros Antonio Larrazabal y Florencio del Castillo. Tegucigalpa, que para ese fecha había perdido su calidad de Alcaldía Mayor por las reformas impulsadas por la dinastía borbónica que había centralizado todas las actividades tributarias y administrativas en Comayagua como sede de la Intendencia de Honduras; brindó su apoyo a los delegados de Guatemala. La Alcaldía del llamado Partido o Subdelegación de Tegucigalpa había contratado abogados en Guatemala y Madrid para obtener de nuevo su carácter de Alcaldía Mayor. La sede de la Intendencia, Comayagua, nombró sus propios delegados. Estas contradicciones entre Tegucigalpa y Comayagua se mantuvieron durante todo el proceso de independencias y aún después de proclamada la República. Tegucigalpa era partidaria de una alianza con Guatemala por los intereses mineros y comerciales, y Comayagua era fiel a la corona y a las autoridades peninsulares por el manejo de los tributos y pagos de salarios atrasados a varios funcionarios. Las Cortés de Cádiz aprobaron la Constitución de 1812. El texto integro llegó a Comayagua donde fue jurada con gran solemnidad el 22 de septiembre de 1812. Tegucigalpa juró la Constitución en octubre de ese mismo año. La Constitución de 1812 es la semilla del constitucionalismo en la historia del derecho hondureño.



Las circunstancias políticas habían cambiado. México había lanzado su “Grito de Dolores” el 16 de septiembre de 1810. La Lucha por la independencia se libraba en los campos de batalla entre las fuerzas de los patriotas mexicanos y los ejércitos realistas al servicio del Emperador español Fernando VII, que había recuperado la corona de la monarquía borbónica. El padre Miguel Hidalgo y Costilla, junto a José Morelos, iniciaba una guerra revolucionaria por la independencia nacional. Los generales San Martín y Bolívar conducían la lucha independentista en la América del Sur. En noviembre de 1811 los grupos liberales de San Salvador levantaron una conspiración política y militar para proclamar la independencia. Las autoridades de Guatemala encabezado por el Gobernador y Capitán General, José de Bustamante y Guerra impusieron la autoridad por medio de la mano militar.



En Tegucigalpa, que para ese momento había recuperado su carácter de Alcaldía Mayor, las autoridades peninsulares querían perpetuar las autoridades en la Corporación Municipal. Los pobladores se reunieron el día 1 de enero de 1812 para protestar contra el nombramiento de Alcaldes y regidor en las figuras de Juan Judas Salavarría, José de la Serra y José Irribarén; reconocidos por sus vínculos con los funcionarios peninsulares. La situación se puso muy tensa y gracias a la intervención del sacerdote Juan Francisco Márquez, el motín no desembocó en derramamiento de sangre. Las autoridades de Guatemala ordenaron una nueva elección, entre tanto el padre Márquez asumía con carácter provisional el cargo de Alcalde de Tegucigalpa.
En Nicaragua se escenificaron varios levantamientos a favor de la Independencia. En Guatemala para 1813 se produce la Conjura de Belén, por el nombre del Convento donde reunían patriotas para discutir y tomar decisiones a favor de un levantamiento que proclamará la Independencia de los pueblos del llamado Reino de Guatemala. Los logros fueron poco efectivos, pero la semilla de la liberación encontraba tierra fértil en el corazón y el pensamiento de los centroamericanos.

Pese a todos los levantamientos y conjuras, podemos decir que en Centro América no existió una guerra revolucionaria por la Independencia. Los fraccionamientos y rivalidades de los pueblos y ciudades contra Guatemala y entre sí, explica en gran medida la turbulencia que siguió a la independencia de 1821. Los viejos antagonismos y complejos heredados del mundo colonial van a estar presentes al momento de la declaratoria del 15 de septiembre de 1821.



El periodo que va de 1808 a 1820 es un proceso histórico lleno de expresiones a favor de la independencia, pero refleja, además, la falta de coherencia en las ideas de cómo era la República o nación que aspiramos a construir. Qué modalidad de Estado era el que se pretendía organizar al momento de la proclamación de la Independencia. Todas las reflexiones e ideas que se encontraban en los dos principales periódicos en ciudad Guatemala, El Editor Constitucional de Pedro Molina, y el Amigo de la Patria de José Cecilio del Valle; no brindan una clara idea, lógica y coherente, del modelo de sociedad que se construiría y el tipo de organización política que aspirábamos. En el fondo prevalecía: Sí estábamos listos o no para salir de la tutela de España.



Para enero de 1820, las tropas al mando del Coronel Rafael Riego, en España, se amotinaron. El monarca Fernando VII fue hecho prisionero y obligado a poner en vigencia la Constitución de Cádiz de 1812. Las victorias militares de Bolívar y todos los genios militares de Sudamérica, prácticamente, crearon las condiciones para proclamar la independencia de los pueblos de hispanoamericanos.



El Plan de Iguala proclamado por Agustín de Iturbide llegó a Guatemala el 9 de mayo de 1821. En ese momento se plantea: o colapso o independencia. Era evidente que la autoridad de España en las provincias americanas era ya muy débil. Sus ejércitos derrotados y sus funcionarios carecían de tropas para imponer el orden. Esta situación histórica planteó por primera vez la necesidad de tomar una decisión: o perecemos con España o nos independizamos, y seguimos nuestro propio destino. Las noticias llegadas al Ayuntamiento de ciudad Guatemala, de que Chiapas y Tehuantepec habían aceptado el Plan de Iguala y proclamado su separación de España; aceleraron la decisión de proclamar la independencia, antes que el pueblo lo hiciera por si mismo.

La histórica sesión en el Ayuntamiento de Guatemala el 15 de septiembre abrió una nueva coyuntura histórica, con los mismos autores del mundo colonial pero nuevas expectativas de los pueblos y ciudades que miraban a Guatemala como el centro del poder peninsular. Todas las contradicciones, rivalidades y complejos del mundo colonial emergieron. La inmediata disputa entre si nos anexamos o no a México es la expresión política más clara de la ausencia de un proyecto político de los grupos dirigentes centroamericanos. De tal suerte que la independencia agudizó las contradicciones entre las villas y pueblos contra Guatemala y todo el poder peninsular que reflejaba. Pero el paso ya estaba dado: Centro América había proclamado su independencia de España.

Proceso y Victoria de la Independencia

Por Ramón Oquelí


 

1812 fue un año bastante agitado en Honduras, especialmente en Tegucigalpa, donde el mismo primero de enero, vecinos de los barrios La Plazuela, San Sebastián y Jacaleapa, congregados en número mayor de ciento, impidieron que los españoles José Iribarren, José de la Serra y Juan Judas Salavarría se perpetuaran en el Ayuntamiento. Gracias a la protesta popular sus cargos fueron
ocupados por originarios del país.
Pocos días antes, el 22 de diciembre de 1811, se había insurreccionado Granada, que era entonces el centro de mayor actividad en la provincia de Nicaragua. (El 5 de noviembre del
mismo año, por otra parte, había lanzado ya el grito de independencia en la Iglesia de La Merced el cura José Matías Delgado). El pueblo granadino obtuvo, en cabildo abierto, la renuncia de los empleados españoles que huyeron a la cercana Villa de Atasaya desde donde pidieron auxilio al capitán general del reino, José Bustamante y Guerra. Éste ordenó que el batallón de Olancho, bajo las órdenes del sargento mayor Pedro Gutiérrez, y compuesto por más de mil hombres pertenecientes a las compañías de Olancho, Trujillo, Cedros, Cantarranas y Tegucigalpa, se trasladaran a pacificar a la vecina provincia del sur.

 

Gutiérrez se apoderó de Granada el 28 de abril, mediante capitulación de sus defensores a quienes prometió no ejercer represalias sobre ellos; pero el capitán general Bustamante y Guerra desaprobó todo lo ofrecido por el primero y mandó se procediese con rigor contra los sublevados. Aunque ninguno de los
cabecillas del movimiento insurreccional fue pasado por las armas (según el bando del virrey de Aixico, Francisco Javier Venegas, cualquiera podía matar impunemente a los insurgentes) muchos de ellos fueron trasladados a puertos de España, donde algunos murieron y otros recobraron la libertad por real orden de 25 de junio de 1817.


El batallón de Olancho regresó a Honduras, en cuyos puertos de Omoa, y Trujillo permanecieron en calidad de presidiarios: Silvestre Selva, José Manuel de la Cerda, Pedro Guerrero y otros notables granadinos. El mulato Ramón Achívar, originario de Comayagua, fue acusado de ser emisario de los rebeldes de Granada ante José María Morelos, el insurrecto de México.
Julián Romero, secretario de Fray Antonio Rojas, dirigió el 10 de marzo al leal pueblo de Tegucigalpa una proclama por la cual se le acusó de infidencia y sedición. Piñol, considerando que este escrito contenía las pretensiones de los mulatos y por considerar persona peligrosa a su autor, lo remitió a Trujillo, rumbo a Guatemala. Terminado el proceso, Romero pasó de orden de Bustamante y Guerra al Cuartel de Dragones de Guatemala el 21 de Noviembre de 1812, y después fue enviado a su península natal. Fray José Rojas, presbítero de la Misión de Luquigue, Yoro, fue también procesado, pero asimismo indultado inmediatamente.

El desarrollo independentista era indetenible, aunque los actos de rebeldía carecieran muchas veces de fuerza,su organización fuera muy imperfecta o se expresaran en no pocas ocasiones, en simples gestos aislados, como el protagonizado (27 de marzo de 1812) por el esclavo Vicente Artica, arriero de 35 años, quien, a su regreso de Juticalpa, comunicó a varios vecinos de Tegucigalpa, algunos de ellos soldados, que Comayagua y todos los pueblos del reino se habían sublevado contra los chapetones y que él había encontrado en el camino de Comayagua al escuadrón de Yoro, movilizado para sofocar la insurrección popular.

Artica fue capturado el día 28 y sufrió la pena de doscientos noventa y siete azotes, atado a un palo en la plaza mayor de Tegucigalpa, como castigo por haber "propalado tantas noticias a la tropa que estaba a punto de una total deserción".


El 16 de noviembre del mismo año, otro hijo de este país, Juan Antonio Duarte Garai, (a) Pitorete, fue llevado al cepo por haber tenido la ocurrencia de gritar "¡Viva Francia y muera España!" cuando se celebraba en Tegucigalpa, un día antes, el triunfo de las tropas españolas sobre las francesas. Se le siguió proceso y salió absuelto, pero el auditor de Guerra, José del Valle, ordenó, desde Guatemala, se investigase con quienes se reunía el autor del incidente para conocer los nombres de los que venían promoviendo los disturbios.


Mientras tanto, en Comayagua, el Gobernador Piñol y Muñóz seguía de cerca los pasos de los conspiradores. El centro de irradiación de la insurgencia, según él, se encontraba en el convento de San Francisco de Tegucigalpa, tal como lo indica en carta fechada el 18 de febrero de 1812 y dirigida a Bustamante y Guerra. "Me parece de absoluta necesidad -dice el celoso gobernador en su epístola- que vuestra Excelencia disponga con los prelados de estos religiosos, que a la mayor brevedad dejen toda esta provincia, pues en cualquier parte de ella que subsistan pueden sembrar veneno, como se me ha dicho que está haciendo en el valle de Yoro, el Padre Rojas, exagerando las fuerzas y resolución de sostenerse con que se hallan los mulatos de Tegucigalpa y otras especies que pueden perturbar el sosiego de aquellos honrados vecinos".


Los amigos del sistema colonial trataban de desacreditar a los rebeldes presentándolos como peligrosos herejes que intentaban convertir en caballerizas los templos y degollar a los sacerdotes, y como trastornadores del orden público y agentes al servicio de una nación extranjera, Francia.
El 6 de julio de 1810 el capitán general González y Saravia ya había ordenado la quema de libros y toda clase de papeles que contuvieran las inicuas ideas del gobierno francés o de sus secuaces. La quema debería efectuarse por la mano del verdugo en la plaza mayor, donde se contaría con la asistencia y formalidad acostumbrada en las ejecuciones de justicia.


El 9 de marzo del trascendental año de 1821 (mismo en que muere Napoleón, en que comienza la lucha de los griegos para liberarse de la dominación turca, Simón Bolívar sella la independencia de Venezuela con la victoria de Carabobo, San Martín proclama la independencia del Perú, Santo Domingo logra la suya sin derramamiento de sangre), el capitán general Urrutia entregó el mando al brigadier Gabino Gaínza, su inspector general del ejército. Para entonces los ánimos estaban ya bastante pronunciados en favor de la independencia. El viernes 12 de enero del año indicado había llegado al Ayuntamiento de Guatemala un anónimo con cubierta y sello de Cádiz. En el anónimo, además de referirse al rechazo que hicieron las Cortes de la exposición presentada por la América Española, pidiendo una nueva organización de estas provincias, se invitaba al Ayuntamiento a que tratase de la independencia por no deber esperar justicia del gobierno español, con otras especies igualmente subversivas. En Cádiz, por otro lado, había profundo descontento entre los representantes americanos a las Cortes por su condición de minoritarios y su falta de libertad para hablar y expresar sus protestas.


El grito de independencia dado en Iguala por Iturbide el 24 de febrero produjo gran efervescencia en estas provincias, no obstante los esfuerzos del capitán general Gaínza por desfigurar la noticia. Este mandó un manifesto en el que calificaba de ingrato, pérfido y traidor a Iturbide, pedía lealtad al pueblo y amenazaba a los que osasen traicionar al rey de España.


El 14 de junio el síndico municipal Arroyave solicitó al Ayuntamiento se hiciera ante el gobierno de la provincia la necesaria gestión para que se recogiera el número dos del periódico El Editor Constitucional, dirigido por Pedro Molina, por contener este impreso especies peligrosas. Pero las medidas represivas eran incapaces de evitar que el espíritu insurreccional ganara terreno. Comenzaron a agitarse los alumnos de la universidad y el colegio. Algunas personas entusiastas se dedicaron a pedir firmas en favor de la causa. El 24 de agosto Juan O'Donojú, teniente general de los ejércitos españoles reconoció la independencia de México y el 28 la ciudad de Comitán de las Chiapas es el primer territorio que se proclama libre de la tutela hispánica. Los soldados manifiestan que ellos no toman las armas en contra sino en favor de la independencia. El regidor Larrave mociona para que el Ayuntamiento tome medidas para contrarrestar cualquier desorden que sobrevenga con el estímulo de las noticias procedentes de Nueva España. Las paredes se llenan de pasquines y letreros revolucionarios. El pueblo comienza a volverse temible.
El día 3 del mencionado mes de junio, se sabe en Guatemala que Oaxaca se ha declarado independiente. Las autoridades prohiben la comunicación por medio del correo con aquel estado mexicano. Al siguiente día el Ayuntamiento pide se reforme esa providencia y se celebra cabildo extraordinario al que asiste Gabino Gaínza. Este se muestra indeciso y los patriotas envían a don Cayetano Bedoya hacia Oaxaca con el objeto de que advierta al general Bravo, gobernador de aquel estado, acerca de los acontecimientos que se avecinan a Guatemala y solicitando, por si llegara a ser necesario, el apoyo de México.
Antes de que Bedoya pudiera cumplir su misión se recibieron (el día 13) las actas de Comitán, Tuxtla y Ciudad Real, poblaciones de Chiapas que -como ya hemos dicho- fue la primera provincia de Centro América que se declaró independiente del gobierno ibero. El Viernes 14 Gabino Gaínza firma un oficio mediante el cual invita al arzobispo, a los señores que diputasen la Audiencia Territorial, al Ayuntamiento, al Dean y Cabildo, al Claustro, al Colegio de Abogados, a los Jefes Militares y de Rentas, prelados regulares y funcionarios públicos para que, a las ocho de la mañana siguiente, asistan al salón del palacio de gobierno a fin de que lo auxilien con sus luces.
Toda la noche del 14 de septiembre fue de gran agitación y movimiento para los patriotas revolucionarios.
En la plaza había poca gente. Se notaba todavía timidez. Temor. Inseguridad.
La sesión pública comenzó con la lectura del acta de Chiapas. A continuación José del Valle, después de hacer evidente la necesidad y justicia de la independencia, concluyó que no convenía su proclamación hasta no oir el voto de las provincias. Después el Arzobispo Casaus, los oidores Miguel Moreno y José Valdés, el comandante del Fijo, Félix Lagrave, Juan Bautista Jáuregui, José Villafañe y otros opinaron igualmente que no debería tomarse resolución sin antes conocer el resultado final de los sucesos mexicanos.
El primer voto en favor de la independencia inmediata y absoluta fue el del canónigo Castilla, después de haber hablado en pro de su dilatoria su prelado y amigo el Arzobispo Casaus. También sostuvieron con energía la necesidad de proclamar la independencia en aquella misma fecha, Vilches, Larreinaga, Delgado, Córdova, O'Horan, Gálvez, Milla y otros.
José del Valle aceptó redactar el acta correspondiente que dictó a los secretarios Lorenzo de Romaña y Domingo Diéguez, haciendo después algunas correcciones en el original. El histórico documento fue firmado solamente por trece personas: Gaínza y su secretario, los seis miembros de la Diputación Provincial y los cinco del Ayuntamiento. De todas maneras, quedaron subsistentes todas las leyes españolas y todas las autoridades. Unicamente fue depuesto el coronel Legrava a quien sustituyó Romaña, también español, y que fue ascendido a coronel por aclamación del pueblo.
Pedro Molina, José Basilio Porras y la esposa de éste, María Dolores Bedoya, tuvieron una idea ingeniosa: consiguieron que algunos vecinos quemaran cohetes e hicieran sonar alegres instrumentos musicales. El ardid fue eficaz porque, al oir tanto júbilo, aún los más recalcitrantes partidarios del régimen colonial, creyendo que la emancipación ya había sido decretada, corrieron a la plaza fingiéndose seguidores suyos. La Junta se resolvió a decretarla realmente en vista de tanta concurrencia popular. Los asistentes a la sesión en calidad de espectadores comenzaron a pedir a gritos el decreto emancipador.
Gaínza tuvo que jurar la independencia absoluta.
Los impresos de la independencia llegaron a Gracias el sábado siguiente después de su proclamación. A Comayagua y Tegucigalpa llegaron el 28. En esta villa se encontraba el conspirador y secretario del Ayuntamiento, Dionisio de Herrera, en casa de Carlos Selva, cuando llegó el expreso de Guatemala. Leyó el escrito en voz alta y se puso tan nervioso que no podía hablar de la profunda emoción que lo embargaba, mientras Diego Vigil echaba al vuelo las campanas del Ayuntamiento para reunir a las gentes. "Viva la independencia, somos libres".
A Omoa los pliegos de la emancipación política llegaron el 2 de Octubre, a la puesta del sol. Los soldados gritaron: "¡Viva el gobierno americano!". El 6 de octubre se juró la independencia en Trujillo. En Juticalpa se juramentó el 14. En Texíguat el presbítero Francisco Antonio Márquez convocó a los vecinos y comisionó a Joaquín Rivera para que leyese el acta. Rivera interrumpía su lectura para que Márquez explicara punto por punto de qué se trababa. Concluidas lectura y explicación el religioso entró en un cuarto, sacó de él una pequeña cesta llena de fulgurantes monedas de plata las cuales regó, con gesto taumatúrgico, a manera de lumínica lluvia, mientras el sol se alzaba triunfal en el cielo sin nubes.
Terminaban así tres siglos de dominación absoluta.

Causas de la Independencia

I.- CAUSAS EXTERNAS

1. La difusión de las ideas de pensadores europeos del Siglo XVIII sobre los derechos del hombre, de libertad, igualdad y autogobierno, penetraron las mentes más inquietas de la época.
2. El ejemplo de la independencia de los Estados Unidos.
3. La Revolución Francesa, que despertó el anhelo de libertad en los hombres ilustrados.
4.  Las noticias de movimientos de insurrección que se realizaban en otras colonias.
5. Un suceso extraordinario precipitó los hechos: La invasión de Napoleón a España en 1808. Esta provocó la dimisión del Rey Fernando VII, "El Deseado", el debilitamiento de la monarquía y la convocatoria a las Cortes de Cadiz en 1812. En éstas se promulgaron normas democráticas de gobierno que fueron abolidas al volver Fernando VII al poder, pero que dejaron una semilla para el florecimiento de las ideas libertarias.
6. El movimiento de independencia mexicano, y la proclamación del Imperio por parte de Agustín de Iturbide, fueron la chispa desencadenante de la independencia centroamericana. Al recibirse en Guatemala la noticia de los sucesos de México, se solicita ante el Capitán General, Gabino Gaínza, la convocatoria a una reunión para discutir el tema.

II. CAUSAS INTERNAS

En los primeros años del siglo XIX en Centroamérica se presentan condiciones propicias para generar el descontento y la transformación:
1. La divergencia de intereses entre los miembros de la clase más poderosa. Por un lado estaban las familias viejas, aristocráticas, de terratenientes, herederas de privilegios coloniales, y satisfechas del estado de cosas colonial. Los viejos peninsulares, el alto clero y los funcionarios más importantes formaban parte de este grupo, el cual se localizaba sobre todo en las capitales de provincia.
Por otro lado estaban los criollos, hijos de españoles nacidos en América y los nuevos inmigrantes, forjadores de nuevas actividades comerciales, los cuales resentían los entrabamientos impuestos por las autoridades, sobre todo la limitación en la libertad de comercio, la exclusión de puestos claves y los impuestos.
2. Las políticas centralizadoras de la monarquía borbónica, que excluyeron a los criollos de cargos públicos e impusieron una política de impuestos y monopolios que causaban disgusto a la población.
3. Las masas populares, sobre todo indígenas, eran social y económicamente marginadas. Con el resquebrajamiento social se dan movimientos sociales de campesinos mestizos y artesanos.

Según el historiador Ralph Lee Woodward, "en el proceso de lucha por la independencia se produce una extraña alianza entre las mejores familias y los parias sociales".

1. La contradicción de intereses entre comerciantes y productores, y entre capitalinos y provincianos. En Guatemala, capital del Reino, y también en el resto de provincias, unas cuantas familias monopolizaban el comercio exterior y el crédito, o eran grandes productores, mientras que un grupo de pequeños productores trabajaban en condiciones desventajosas, en un sistema de intercambio desigual. Este era un elemento generador de conflictos.

2. La imprenta y la difusión de las ideas. El constitucionalismo gaditano abrió las puertas a la libertad de imprenta, como expresión de la liberalización del pensamiento. Desde los periódicos se difundieron las ideas independentistas. Destacan los periódicos "El Editor Constitucional", dirigido por Pedro Molina y de corte radical, y "El Amigo de la Patria", dirigido por José Cecilio del Valle, más moderado en sus posiciones.



Muchas veces, los intereses contrapuestos de la época se han identificado con las palabras "conservadores" y "liberales", asociando a los liberales con los criollos que defendieron la Independencia, la República y la Federación y a los conservadores con los españoles, monárquicos e imperialistas. Sin embargo, dependiendo de los intereses en juego, un comerciante podía ser liberal cuando quería exportar sin trabas, pero ser conservador si quería mantener sus privilegios.

Héctor Pérez afirma que las ambiciones personales y el oportunismo llevaron a una falta de coherencia entre las ideas sostenidas y la realidad. En el mismo sentido Lowell Gudmundson sostiene que en la primera mitad del siglo XIX tanto "liberales" como "conservadores" impulsaron políticas esencialmente liberales.

ACTA DE INDEPENDENCIA DE ESPAÑA

"PALACIO NACIONAL de Guatemala, 15 de septiembre de 1821. Siendo públicos e ineludibles los deseos de independencia del Gobierno Español que por escrito y de palabras ha manifestado el pueblo de esta capital: recibidos por el último correo diversos oficios de los Ayuntamientos constitucionales de Ciudad Real, Comitán y Tuxtla, en que comunican haber proclamado y jurado dicha independencia excitan a que se haga lo mismo en esta ciudad: siendo positivo que han circulado iguales oficios a otros ayuntamientos: determinado de acuerdo con la excelentísima diputación provincial, el Ilustrísimo Señor Arzobispo, los señores individuos que diputasen la Excelentísima Audiencia Territorial, el venerable señor Deán y Cabildo Eclesiástico, el Excelentísimo Ayuntamiento, el muy Ilustre Claustro, el Consultado y el muy Ilustre Colegio del Abogados, los prelados regulares, jefes y funcionarios públicos congregados todos en el mismo salón; leídos los oficios expresados: discutido y meditado completamente el asunto; y oído el clamor de "¡Viva la Independencia!" que repetía de continuo el pueblo que se veía reunido en las calles, plaza, patio, corredores y antesala de este Palacio, se acordó por esta Diputación e individuos del Excelentísimo Ayuntamiento:

1º.- que siendo la Independencia del Gobierno español la voluntad general del pueblo de Guatemala, y sin perjuicio de lo que determine sobre ella el Congreso que debe formarse, el señor jefe Político la mande publicar para prevenir las consecuencias que serian temibles en caso de que la proclamase de hecho el mismo pueblo.

2º.- que desde luego se circulen oficios a las provincias, por correos extraordinarios, para que sin demora alguna se sirvan proceder a elegir Diputados o Representantes suyos, y éstos concurran a esta capital a formar el Congreso que debe decidir el punto de Independencia y fijar, en caso de acordarla, al forma de gobierno y ley fundamental que debe regir.

3º.- Para facilitar el nombramiento de Diputados, se sirvan hacerlo las mismas juntas electorales de provincia que hicieron o debieron hacer las elecciones de los últimos Diputados a Cortes.

4º.- que el número de estos Diputados sea en proporción de uno por cada quince mil individuos sin excluir de la ciudadanía a los originarios de Africa.

5º.- que las mismas juntas electorales de provincia, teniendo presente los últimos censos, sirvan determinar, según esta base, el número de Diputados o Representantes que deban elegir.

6º.- Que en atención a la gravedad y urgencia del asunto, se sirvan hacerlas elecciones de modo que, el día 1º de marzo del próximo año de 1822, estén reunido s en esta capital todos los Diputados.

7º.- Que entre tanto, no haciéndose novedad en las autoridades establecidas, sigan éstas ejerciendo sus atribuciones respectivas con arreglo a la constitución, decretos y leyes, hasta que el Congreso indicado determine lo que sea más justo y benéfico.

8º.- Que el señor Jefe Político, Brigadier Don Gabino Gaínza, continúe con el Gobierno Superior político y militar; y para que éste tenga el carácter que parece propio de las circunstancias, se forme una Junta Provisional Consultiva, compuesta de los señores individuos actuales de esta Diputación Provincial y de los señores Don Miguel Larreynaga, Ministro de esta Audiencia; Don José del Valle, Auditor de Guerra; Marqués de Aycinena; Doctor José Valdés, Tesorero de esta Santa Iglesia: Doctor don Angel María Candina; y Licenciado don Antonio Robles, Alcalde 3º Constitucional: el primero, por la provincia de León, el segundo, por la de Comayagua, el tercero, por Quezaltenango, el cuarto, por Sololá y Chimaltenango, el quinto, por Sonsonate y el sexto, por al Ciudad Real de Chiapas.

9º.- Que esta Junta Provincial consulte al señor Jefe Político en todos los asuntos económicos y gubernativos de su atención.

10º.- Que la religión Católica, que hemos profesado en los siglos anteriores y profesaremos en lo sucesivo se conserve pura e inalterable, manteniendo vivo el espíritu de religiosidad que ha distinguido siempre a Guatemala, respetando a los ministros eclesiásticos, seculares y regulares, y protegiéndoles en sus personas y propiedades.

11º.- Que se pase oficio a los dignos prelados de las Comunidades religiosas para que cooperando a la paz ay al sosiego, que es la primera necesidad de los pueblos cuando pasan de un gobierno a otro, dispongan que sus individuos exhorten a la fraternidad y concordia a los que estando unidos en el sentimiento general de independencia, deben estarlo también en todo lo demás, sofocando pasiones individuales que dividen los ánimos y producen funestas consecuencias.

12º.- Que el Excelentísimo Ayuntamiento, a quien corresponde la conservación del orden y tranquilidad, tome las medidas más activas para mantenerla imperturbable en toda esta capital y pueblos inmediatos.

13º.- Que el señor Jefe Político publique un manifiesto haciendo notorio a la faz de todos, los sentimientos generales del pueblo, la opinión de las autoridades y corporaciones, las medidas de este Gobierno, las causas y circunstancias que lo decidieron a prestar en manos del señor Alcalde 1º, a pedimento del pueblo, el juramento de Independencia y fidelidad al Gobierno Americano que se establezca.

14º.- Que igual juramento preste la Junta Provisional, el Excelentísimo Ayuntamiento, el Ilustrísimo señor Arzobispo los Tribunales, Jefes Políticos y Militares, los prelados regulares, sus comunidades religiosas, jefes y empleados en las rentas, autoridades, corporaciones y tropas de las respectivas guarniciones.

15º.- Que el señor Jefe Político, de acuerdo con el Excelentísimo Ayuntamiento disponga la solemnidad y señale el día en que el pueblo debe hacer la proclamación y juramento expresado de Independencia.

16º.- Que el Excelentísimo Ayuntamiento disponga la acuñación de una medalla que perpetúe en los siglos la memoria del día QUINCE DE SEPTIEMBRE DE MIL OCHOCIENTOS VEINTIUNO, en que Guatemala proclamó su feliz Independencia.

17º.- Que imprimiéndose esta Acta y el Manifiesto expresado se circule a las Excelentísimas diputaciones provinciales, ayuntamientos constitucionales y demás autoridades eclesiásticas regulares, seculares y militares para que siendo acordes en los mismo sentimientos que ha manifestado este pueblo, se sirvan obrar con arreglo a todo lo expuesto.

18º.- Que se cante, el día que designe el señor Jefe Político, una misa solemne de gracias, con asistencia de la Junta Provisional, de todas las autoridades, corporaciones y jefes, haciéndose salvas de artillería y tres días de iluminación.

Palacio Nacional de Guatemala, Septiembre quince de mil ochocientos veintiuno.

Gabino Gaínza, Antonio García Redondo, Francisco de Paula Vilches, Mariano Gálvez, José Matías Delgado, Miguel Larreynaga, Tomás O`Horán, Serapio Sánchez, José Francisco Córdova, Santiago Milla, José Antonio Larrave, Mariano de Aycinena, Antonio Rivera Cabezas, Isidoro del Valle y Castriciones, Pedro Molina, Francisco Barrundia, Pedro de Arroyave, Mariano Beltranena, Angel María Candina, José Mariano Calderón, Manuel Antonio Molina, José Domingo Diéguez, Secretario y Lorenzo Romaña, Secretario.

La Anexión a Mexico

El 28 de noviembre de 1821 llegó a Guatemala una nota del General Agustín de Iturbide sugiriendo que el Reino de Guatemala y el Virreinato de México formarán un gran imperio bajo el Plan de Iguala y el Tratado de Córdova. La Junta Provisional Consultiva declaró que ella no era la llamada para tomar tal determinación; sin embargo, decidió explorar la voluntad y escuchar la opinión del pueblo. Así, se celebraron cabildos abiertos en diferentes partes del Reino.

La Cuestión de la anexión a México provocó divisiones al interior de cada una de las provincias dado que unas ciudades estaban a favor de ésta y otras en contra.

En Honduras, por ejemplo, Comayagua se pronunció a favor de la anexión; Tegucigalpa, a su vez, se oponía a la misma ya que la nueva forma de gobierno debía ser decidida por el congreso que se reuniría en 1822. A pesar de las diferentes opiniones, la JUNTA PROVISIONAL CONSULTIVA optó par la anexión a México, haciéndose efectiva el 5 de enero de 1822.

El gobierno del Emperador Agustín de Iturbide fue de corta duración, ya que éste fue depuesto en México el 19 de marzo de 1823. En Guatemala, el Brigadier Vicente Filísola convocó al Congreso, previsto en el Acta de Independencia de 1821, para que se reuniera en esa ciudad. Se celebraron elecciones para Diputados a este Congreso.

El Congreso abrió sus sesiones el 24 de junio de 1823, adoptando poco después el nombre de ASAMBLEA NACIONAL CONSTITUYENTE.

El 1º. de julio de 1823 se decretó la Independencia absoluta de Centro América, declarando que las provincias eran libres e independientes de España, México, así como de cualquier otra potencia extranjera. Se adoptó el nombre d e PROVINCIAS UNIDAS DE CENTRO AMERICA.



Acta de Anexión a México

Palacio Nacional de Guatemala, enero 5 de 1822. Habiéndose traído a la vista las contestaciones de los Ayuntamientos de las Provincias, dadas a virtud del oficio circular de 30 de noviembre último, en que se les previo que en Consejo abierto explorasen la voluntad de los pueblos sobre la Unión al Imperio Mexicano que el serenísimo Señor Don Agustín de Iturbide, Presidencia de Regencia, proponía en su oficio de 19 de Octubre, que se acompañó impreso; y trayéndose igualmente contestaciones que sobre el mismo punto han dado los tribunales y comunidades eclesiásticas y seculares, jefes políticas, militares y de hacienda y personas particulares, a quienes se tuvo por conveniente consultar, se procedió a examinar y regular la voluntad general, de la manera siguiente:

Los Ayuntamientos que han convenido llanamente en la Unión, según se contiene en el oficio del Gobierno de México, son ciento cuatro.
Los que han convenido en ella con algunas consideraciones que les ha parecido poner, son once.
Los que han comprometido su voluntad en lo que parezca a la Junta Provisional, atendiendo al conjunto de circunstancias en que se hallan las Provincias, son treinta y dos.
Los que se remiten a lo que diga el Congreso, que estaba convocado desde el 15 de Septiembre y debía reunirse el 1º de febrero próximo, son veintiuno.
Los que manifestaron no conformarse con la Unión, son dos.
Los restantes no han dado contestación, o si la han dado no se ha recibido.

​Y traído a la vista el estado impreso de la población del Reino, hecho por un cálculo aproximado, sobre os censos existentes, para la elección de Diputados, y que circuló en noviembre próximo anterior, se halló: que la voluntad manifiesta llanamente por la Unión excedía de la mayoría absoluta de la población reunida en este Gobierno. Y computándose la de la Intendencia de Nicaragua que desde su declaratoria de Independencia del Gobierno Español, se unió al de México separándose absolutamente de éste; la de Comayagua, que se halla en el mismo caso; la de Ciudad Real de Chiapas, que se unió al Imperio, aun antes de que se declarase la Independencia de esta ciudad; la de Quezaltenango, Sololá y algunos otros pueblos que en estos últimos días se han adherido por si mismos al Unión; se encontró que la voluntad general subía a una suma casi total. Y teniendo presente la Junta, que su deber, en este caso, no es otro que trasladar al Gobierno de México lo que los pueblos quieren, se acordó verificarlo así, como ya se indicó en oficio de 3 del corriente.

Entre las varias consideraciones que ha hecho la Junta en esta importante y grave materia en que los pueblos se hallan amenazados en su reposo, y especialmente en la unión de sus hermanos de las otras Provincias, con quienes han vivido ligados por la vecindad, el comercio y otros vínculos estrechos, fue una de las primeras, que por medio de la Unión a México, querían salvar la integridad de lo que antes se ha llamado Reino de Guatemala y establecer entre si la unión que ha reinado por lo pasado, no apareciendo otro, para remedia la división que se experimenta.

Como algunos pueblos han confiado al juicio de la Junta lo que más le convenga resolver en la presente materia y circunstancias, por no tenerlas todas a la vista, la Junta juzga que manifestada como está, de un modo tan claro, la voluntad de la universalidad, es necesario que los dichos pueblos se adhieran a ella para salvar su integridad y reposo.

Como las contestaciones dadas por los Ayuntamientos, lo son con vista al oficio del Serenísimo Señor Iturbide que se les circuló, y en él se propone como base la observancia del Plan de Iguala y de Córdova con otras condiciones benéficas al bien y prosperidad de estas Provincias, las cuales si llegasen a término de poder por si constituirse en estado independiente podrán libremente constituirlo; se ha de entender que la adhesión al Imperio de México es bajo estas condiciones y bases.

Las puestas por algunos Ayuntamientos, respecto a que parte están virtualmente contenidas en las generales, y parte difieren entre sí para que puedan sujetarse a una expresión positiva, se comunicarán al Gobierno de México para el efecto que convenga; y los Ayuntamientos mismos, en su caso, podrán darlas en instrucción a sus Diputados respectivos, sacándose testimonio por la Secretaría.

Respecto de aquellos Ayuntamientos que han contestado remitiéndose al Congreso que debía formarse, y no es posible ya verificarlo, porque la mayoría ya ha expresado su voluntad en sentido contrario, se les comunicará el resultado de ésta, con copia de esta acta.

Para conocimiento y noticia de todas las Provincias pueblos y ciudades, se formará un estado general de las contestaciones que se han recibido, distribuyéndolas por clases, conforme se hizo al tiempo de reconocerse en esta Junta, la cual se ubicará posteriormente.

Se dará parte a la Soberana Junta Legislativa Provisional, a la Regencia del Imperio y al Serenísimo Señor Iturbide con esta Acta, que se imprimirá y circulará a todos los Ayuntamientos, autoridades, tribunales, corporaciones y jefes para su inteligencia y gobierno.- Gabino Gaínza, El Marqués de Aycinena, Miguel de Larreynaga, José del Vale, Mariano de Beltranena, Manuel Antonio Molina, Antonio Rivera, José Mariano Calderón, José Antonio Alvarado, Angel María Candina, Eusebio Castillo, José Valdés, José Domingo Diéguez, Secretario.- Mariano Gálvez, Secretario.

Segunda Acta de Independencia de Centro America



DECRETO de la Asamblea Nacional Constituyente de 1 de Julio de 1823.

Los Representantes de las Provincias unidas del Centro de América, congregados a virtud de la convocatoria dada en esta ciudad el 15 de Septiembre de 1821 y renovado el 29 de Marzo del corriente año, con el importante objeto de pronunciar sobre la Independencia y libertad de los pueblos, nuestros continentes: sobre su recíproca unión: sobre su gobierno y sobre todos los demás puntos contenidos en la memorable Acta del citado 15 de Septiembre, que adoptó entonces la mayoría de los pueblos de este vasto territorio, ya que se han adherido posteriormente todos los demás que hoy se hallan representados en esta Asamblea General.

Después de examinar con todo el detenimiento y madurez que exige la delicadeza y entidad de los objetos con que somos congregados, así el Acta expresada de Septiembre de 1821, y la del 5 de Enero de 1822, como también el Decreto del Gobierno Provisorio de esta Provincia de 29 de Marzo último, y todos los documentos concernientes al objeto mismo de nuestra unión

Después de traer a la vista todos los datos necesarios para conocer el estado de la población, riqueza, recursos, situación local, extensión y demás circunstancias de los pueblos que ocupan el territorio antes llamado Reino de Guatemala.

Habiendo discutido la materia, oído el informe de las diversas comisiones que han trabajado para acumular y presentar a esta Asamblea todas las luces posibles acerca de los puntos indicados; teniendo presente cuanto puede requerirse para el establecimiento de un nuevo estado, y tomando en consideración:

Que la independencia del Gobierno español ha sido y es necesaria en las circunstancias de aquella Nación y las de toda la América; que era y es justa en si misma y esencialmente conforme a los derechos sagrados de la naturaleza; que lo demandaban imperiosamente las luces del siglo, las necesidades del nuevo mundo y todos los más caros intereses de los pueblos que lo habitan.

Que la naturaleza misma resiste a la dependencia de esta parte del globo separada por un océano inmenso de la que fue su metrópoli, y con la cual le es imposible mantener la inmediata y frecuente comunicación, indispensable entre pueblos que forman un sólo Estado.

Que la experiencia de más de trescientos años manifestó a la América que su felicidad era del todo incompatible con al nulidad a que la reducía ala triste condición de colonia de una pequeña parte de Europa.

Que la arbitrariedad con que fue gobernada por la Nación española y la conducta que ésta observó constantemente desde la conquista, excitaron en los pueblos el más ardiente deseo de recobrar sus derechos usurpados.

Que a impulsos de tan justos sentimientos, todas las Provincias de América sacudieron el yugo que las oprimió por espacio de tres siglos, que los pueblos en el antiguo Reino de Guatemala proclamaron gloriosamente su Independencia en los últimos meses de 1821; y que la resolución de conservarla y sostenerla es el voto general y uniforme de todos sus habitantes.

Considerando por otra parte: que la incorporación de estas Provincias al extinguido Imperio mexicano, verificada SOLO DE HECHO, en fines de 1821, fue una expresión violenta arrancada por medios viciosos e ilegales.

Que no fue acordada ni pronunciada por órganos, ni por medios legítimos; que por estos principios la Representación Nacional del Estado mexicano jamás la aceptó expresamente, ni pudo con derecho aceptarla; y que las providencias que acerca de esta unión dictó y expidió Don Agustín de Iturbide, fueron nulas.

Que la expresada agregación ha sido y es contraria a los intereses y a los derechos sagrados de los pueblos, nuestros comitentes; que es opuesta a su voluntad y que un concurso de circunstancias tan poderosas e irresistibles, exigen que las Provincias del antiguo Reino de Guatemala se constituyan por sí mismas y con separación del Estado mexicano.

Nosotros, por tanto, los Representantes de dichas Provincias, en su nombre, con la autoridad y conforme en todo con sus votos, declaramos solemnemente:

Que las expresadas Provincias representadas en esta Asamblea, son libres e independientes de la antigua España, de México y de cualquier otra potencia; así del Antiguo como del Nuevo Mundo; y que no son ni deben ser el patrimonio de persona, ni de familia alguna.

Que, en consecuencia, son y forman Nación Soberana, con derecho y en aptitud de ejercer y celebrar cuantos actos, contratos y funciones ejercen y celebren los otros pueblos libres de la tierra.

Que las Provincias sobredichas, representadas en esta Asamblea (y las demás que espontáneamente se agreguen de las que componían el antiguo Reino de Guatemala), se llamarán por ahora, y sin perjuicio de lo que se resuelva en la Constitución que ha de formarse: PROVINCIAS UNIDAS DEL CENTRO DE AMERICA.

Y mandamos que esta declaratoria y el acta de nuestra instalación se publiquen con la debida solemnidad en este pueblo de Guatemala y en todos y cada uno de los que se hallan representados en esta Asamblea: que se impriman y circulen: que se comuniquen a las Provincias de León, Granada, Costa Rica y Chiapas; y que en la forma y modo que se acordará oportunamente, se comuniquen también a los gobiernos de España, de México y todos los demás Estados independientes de ambas Américas.- Dado en Guatemala, 1º de Julio de 1823.

José Matías Delgado, Diputado por San Salvador, Presidente.- Fernando Antonio Dávila, Diputado por Sacatepéquez. Vice-Presidente.- Juan Francisco Sosa, Diputado Suplente por San Salvador, Secretario.- Simón Vasconcelos, Diputado Suplente por San Vicente, Secretario.- Mariano Gálvez, Diputado por Totonicapán, Secretario.- Pedro Molina. Diputado por Guatemala.- José Domingo Estrada, Diputado por Chimaltenango.- José Francisco Córdova, Diputado por Santa Ana.- Antonio J. Cañas, Diputado por Cojutepeque.- J. Antonio Jiménez, Diputado por San Salvador.- Mariano Bertranena, Diputado Suplente por San Miguel.- Domingo Diéguez. Diputado por Cobán. Isidro Menéndez. Diputado por Santa Ana.- José María Herrarte, Diputado Suplente por Totonicapán.- Simeón Cañas, Diputado por Chimaltenango.- José Francisco Barrundia Diputado por Guatemala.- Cirilo Flores, Diputado por Quezaltenango.- Juan Vicente Villacorta, Diputado por San Vicente.- José María Castro, Diputado por Cobán.- Luis Barrutia, Diputado por Chimaltenango.- José Antonio Azmitia, Diputado Suplente por Guatemala.- Julián Castro, Diputado por Sacatepéquez.- Serapio Sánchez, Diputado por Totonicapán.- Leoncio Domínguez, Diputado por San Mituel.- José Antonio Peña, Diputado por Quezaltenango.- Francisco Aguirre, Diputado por Olancho.- José Beteta, Diputado por Salamá.- José María Ponce, Diputado por Escuintla.- Francisco Benavente, Diputado Suplente pro Quezaltenango.- Miguel Ordóñez, Diputado por San Agustín.- Pedro J. Cuéllar, Diputado Suplente por San Salvador.- Francisco Javier Valenzuela, Diputado por Jalapa.- José Antonio Larrave, Diputado Suplente por Esquipulas.- Lázaro Herrarte, Diputado por Suchitepéquez.

Se incorporaron después a la Asamblea, los Diputados: Fernando Dávila, Marcelino Méndez y José Antonio Alcayaga, de El Salvador.- Joaquín Lindo, José Francisco Zelaya, Miguel Fiallos, Nicolás Irías, Francisco Márquez, Próspero Herrera, Juan Esteban Milla, Jerónimo Zelaya, Miguel Pineda y Francisco Javier Aguirre, por Honduras.- Manuel Barberena, Toribio Argüello, José Benito Alvarado, Luciano Alfaro, Juan de los Santos Madriz y José Antonio Alvarado, por Costa Rica.- Francisco Carrascal, por Soconuzco.

El acta anterior fue redactada por el Diputado guatemalteco José Francisco Córdova.

Constituyente de 1824

"En el Mineral de Cedros, a veintinueve de Agosto de mil ochocientos veinticuatro."

"Habiéndose convocado para el quince de los corrientes a los C. C. Representantes de los pueblos de este Estado para instalar el Congreso Constituyente en virtud del Decreto de la Asamblea Nacional del cinco de Mayo de este año; y no habiendo tenido efecto por haberse prorrogado el término hasta este día, en atención a no haber comparecido los Diputados de los partidos más distantes en consecuencia, se reunieron en la Sala Municipal de este Mineral acompañados de los C.C. Jefes Políticos de Comayagua y Tegucigalpa, Municipalidad y pueblo, previa aprobación de poderes, se dirigieron a implorar el auxilio divino de la Iglesia Parroquial donde se celebró Misa Solemne de Espíritu Santo y se pronunció un discurso análogo a las circunstancias.



"En seguida, exigido el Juramento por el C. Jefe Político Superior de Comayagua que preguntado: ¿Juráis desempeñar fiel y legalmente el encargo de los pueblos, que vuestros comitentes han puesto a vuestro cuidado, mirando en todo por el bien y prosperidad de los mismos pueblos? Contestaron: "Sí Juramos"; y de dos en dos pasaron al presbiterio a tocar el Libro de los Evangelios.

"Regresando a la Sala Municipal, tomó su asiento el C. Jefe Político Superior como Presidente de la Junta Preparatoria y habiéndose indicado la elección del Presidente. Vicepresidente y dos Secretarios, se despidieron el C. Jefe Político de Tegucigalpa y Municipalidad, procediéndose a la de Presidente, resultó electo el C. Arriaga con cinco votos, teniendo tres el C. Valle y uno el C. Herrera.

"En la Vicepresidencia resultó electo el C. Valle, con siete votos, teniendo dos el C. Herrera".
 

"Con ocho votos resultó electo primer Secretario el C. Izaguirre, teniendo uno el C. Herrera"
 

"Con seis votos resultó electo segundo Secretario el C. Herrera, teniendo dos el C. Bueso y uno el C. Valladares".
 

"Manifestadas estas elecciones que aplaudió el pueblo, cedió asiento el Jefe Político Superior al C. Presidente Arriaga, y los C.C. Izaguirre y Arriaga ocuparon los suyos como Secretarios".
 

"Entonces, el C. Presidente pronunció:
 

El Congreso Constituyente del Estado de Honduras está legítimamente constituido e instalado".
 

"Luego nombró dos Comisiones, una compuesta de los C.C. Aguirre y Doblado, que se dirigió a dar parte al Jefe de Comayagua de haberse instalado el Congreso, y otra compuesta de los C.C. Bueso y González, dirigida al mismo efecto al Jefe de Tegucigalpa quienes con las Comisiones se presentaron felicitando al Congreso por su instalación, con un discurso que leyó y entregó el Jefe de Tegucigalpa, y que contestó el C. Presidente expresivamente".

"Concluido este acto se trasladó el Congreso a la Iglesia, en donde se cantó un solemne Te Deum, y después regresando con los honores que le hizo la tropa, a la Sala de su reunión, donde habiendo sido felicitado por la Municipalidad, a quien se contestó por el C. Presidente, habiendo sido oída con agrado: recibió el citado Presidente de manos de los Jefes Políticos veintiún pliegos cerrados, que contienen, según sus cubiertas, las elecciones de los Jefes Senadores del estado, por los once partidos en que está distribuido, menos el de Senador por el Partido de Nacaome, que expresó el Jefe de Comayagua no haberlo recibido y tenerlo reclamado".

"Y se acordó se comunique la instalación del Congreso a la Asamblea Nacional Constituyente, al Supremo Poder Ejecutivo y al Congreso del Estado de El Salvador; y que se pase a los C.C. Jefes Políticos de Comayagua y Tegucigalpa, copias de esta Acta para que la hagan circular y publicar en sus respectivos distritos".

"El C. Presidente dio por concluido el acto, señalando para la apertura y primera sesión el día de mañana treinta de este mes.- Pedro Nolasco Arriaga, Diputado por Comayagua, Presidente.- Angel Francisco del Valle, Diputado por Cantarranas, Vicepresidente.- Miguel Valladares, Diputado por Tegucigalpa.- José María Donaire, Diputado por Gracias.- Manuel Jacinto Delgado, Diputado Suplente por Yoro.- Santiago Bueso, Diputado por _Trujillo.- Manuel Ignacio González, Diputado por Juticalpa.- José Rosa de Izaguirre, Diputado por Santa Bárbara, Secretario.- Juan José Herrera Diputado por Choluteca, Secretario".

LA ASAMBLEA CONSTITUYENTE DEL ESTADO DE HONDURAS

Considerando: las dificultades que han mediado por recobrar sus derechos; y estando persuadida de que en las actuales circunstancias debe reasumirlos en toda plenitud, ha tenido a bien decretar y,

DECRETA:

Art. 1º.- El Estado Libre y Soberano de Honduras es independiente del antiguo Gobierno Federal, de los demás Estados y de todo otro Gobierno o Potencia Extranjera.



Art. 2º.- El objeto de esta absoluta independencia y libertad, es para constituirla en su interior de una manera conveniente y peculiar a sus circunstancias; y para formar una Confederación tal con los demás Estados que le de bastante garantía para con ellos mismos y bastante seguridad para con el Exterior.



Art. 3º.- Reasume la propiedad de los puertos de su territorio y de las rentas llamadas federales, así como su administración e inversión, rigiendo provisionalmente las leyes actuales en cuanto no se opongan a la presente.



Art. 4º.- Reconoce el Estado proporcionalmente la deuda contraída durante el Gobierno que ha regido hasta el día de la emisión de esta Ley.



Art. 5º.- El Gobierno hará preventivamente el nombramiento de empleados en personas adictas a la Soberanía e Independencia absoluta del Estado, pudiendo dejar de los existentes a los que poseen esta cualidad.



Pase al S.P.E. para que lo haga imprimir y circular.- Dado en Comayagua, a cinco de noviembre de mil ochocientos treinta y ocho.- Mariano Castejón, D. P.- Liberato Moncada, D. S.- Pedro Chávez, D. S.- EJECUTESE.

Lo tendrá entendido el Jefe de Sección del Despacho General, y dispondrá lo necesario a su cumplimiento.- Dado en Comayagua, a quince de noviembre de mil ochocientos treinta y ocho.- Lino Matute.- Al ciudadano León Alvarado.

bottom of page